A todos nos ha dolido la cabeza en alguna ocasión, pues es una de las formas más habituales de sentir dolor. Éste aparece de forma intermitente y aunque puede ser muy molesto, comúnmente no representa un problema grave para la salud, a diferencia de otras variantes como la migraña. En esta oportunidad nos adentraremos en esta última y cómo reconocerla.

El dolor de cabeza, también es conocido como cefalea y se trata de una sensación de pulsación o de presión sobre la cabeza, afecta a un lado o a ambos, también aparece en un lugar concreto y se extiende a otros. Asimismo puede durar minutos o incluso días, pero suele superarse sin mayor complicación.

Por su parte, la migraña se trata de una variación del dolor de cabeza que supone un dolor intenso del tipo palpitante que comienza en un lugar específico y se propaga al resto de la cabeza. Éste se acompaña de náuseas, sensibilidad al ruido y/o a la luz y hasta cambios en la visión. Los ataques de migraña llegan a durar varios días, al grado de interferir en las actividades diarias.

La migraña sucede debido a una alteración crónica del sistema nervioso o a actividad anormal en el cerebro por distintas causas, las más comunes son: beber alcohol, fumar o inhalar humo de tabaco, saltarse comidas, soportar ruidos fuertes o luces brillantes, así como falta de sueño o dormir en exceso.

Este tipo de dolor de cabeza se divide en dos clases: migrañas con aura, en las que existen síntomas neurológicos o alteraciones visuales previas al dolor de cabeza, y migrañas sin aura, que son las más habituales y las más similares al dolor de cabeza común, pero con algún otro síntoma como la sensibilidad al ruido.

Durante las migrañas con aura, las personas experimentan trastornos visuales como destellos de luz o puntos ciegos, así como hormigueo en un lado de la cara, del brazo o de la pierna, y dificultad para hablar. Cada síntoma comienza progresivamente y dura hasta 60 minutos.

Los dolores de cabeza de tipo migraña son más comunes en mujeres que en hombres debido a cambios en los niveles hormonales del ciclo menstrual, y también en personas con trastorno de estrés postraumático. Tienen una duración distinta según el paciente pero pueden durar de 4 hasta 72 horas sin tratamiento, y ser poco frecuentes o aparecer varias ocasiones en un mes.

Es importante mencionar que la migraña no tiene cura, pero hay tratamientos para controlarla y mejorar la calidad de vida. Según la gravedad del problema y la frecuencia, el médico podría recomendar analgésicos para combatir la dolencia y calmar los síntomas, o medicamentos preventivos para intentar reducir los episodios. 

Sin embargo, los fármacos no funcionarán adecuadamente sin un estilo de vida que ayude. Los cambios que más contribuyen a reducir las migrañas son: dormir las horas necesarias y tener horarios fijos, controlar el estrés o la ansiedad, y por último, mejorar la alimentación y no saltarse ninguna comida. Si padeces migraña, acude con un profesional para conocer el tratamiento indicado para ti.

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