El hígado es una pieza fundamental de nuestro cuerpo que trabaja de manera silenciosa. Sin embargo, a menudo ignoramos su importancia hasta que empieza a enviarnos señales de que algo anda mal. Una de las afectaciones hepáticas más serias es la cirrosis, una enfermedad que avanza silenciosamente y puede tener consecuencias devastadoras. Por ello, en esta oportunidad exploraremos a detalle qué es la cirrosis hepática, su relación con el alcohol y cómo puede dar lugar a una temible complicación: el cáncer de hígado.

Comencemos describiendo la función del hígado, órgano que se encuentra en la parte superior derecha de la cavidad abdominal justo debajo de las costillas. Éste es vital para el funcionamiento del cuerpo, ya que segrega bilis a los intestinos para ayudar a absorber los nutrientes; descompone el alcohol, medicamentos y desechos tóxicos en la sangre que luego salen del cuerpo a través de la orina y las heces fecales, y también ayuda a la coagulación de la sangre para evitar hemorragias ante heridas.

Uno de los rasgos más característicos del hígado es la capacidad que tiene para regenerarse, pues puede llegar a reconstruirse a partir de solo un 25% de su tejido. Sin embargo, hay acciones que le van causando lesiones de las que no se puede recuperar; por ejemplo el alcoholismo, pues para descomponer el alcohol se tienen que producir químicos tóxicos, los cuales activan la inflamación que destruye las células del hígado, es decir que lo cicatriza. Con el tiempo, esas cicatrices reemplazan el tejido hepático sano y se interfiere la función del hígado.

El consumo crónico de alcohol es la causa de la cirrosis alcohólica, una forma de cirrosis hepática en la que el hígado se somete a un estrés o daño continuo. Este daño conduce a la formación de la fibrosis o tejido cicatricial en el hígado. Algunos de los síntomas que pueden delatar la presencia de cirrosis en el cuerpo son: ictericia, pérdida de apetito, fatiga, hemorragias y moretones fáciles. Es importante destacar que algunos pacientes no presentan síntomas hasta que la enfermedad avanzó a etapas crónicas.

¿Y cuál es la relación de la cirrosis con el cáncer de hígado? A medida que el daño y las cicatrices aumentan, el hígado llega a un punto donde sus células normales no funcionan correctamente. Ante esta situación, el hígado intenta regenerarse pero lo hace de forma anormal y las células comienzan a crecer de manera descontrolada hasta crear un tumor.

La mayoría de las personas con cáncer de hígado, también conocido como carcinoma hepatocelular o solo hepatocarcinoma, tienen cirrosis, lo que subraya la importancia de la detección temprana. Pero no solo el consumo de alcohol provoca cirrosis, existen otras causas importantes como: hepatitis crónica, enfermedad del hígado graso, hemocromatosis en la que se acumula hierro en el hígado, y enfermedad del hígado autoinmune, en la que el sistema inmunológico del cuerpo ataca el hígado.

Y si te estás preguntando: ¿cuánto alcohol se necesita consumir para causar cirrosis o daño al hígado? Tenemos que decirte que la cantidad varía de persona a persona y depende de diversos factores, como la genética, la tolerancia al alcohol y la capacidad de metabolizarlo, la cantidad ingerida y la salud en general. Sin embargo, se considera que un consumo superior a 80 gramos al día en hombres y 50 gramos en mujeres durante al menos 5 años, conduce a un daño hepático grave.

Para diagnosticar cirrosis, un profesional de la salud debe revisar el historial clínico del paciente, así como su historial de consumo de alcohol; además de realizar una exploración física y, en muchos casos, la realización de una biopsia hepática para obtener un diagnóstico definitivo.

La mejor manera de prevenir la cirrosis y otros problemas en la salud del hígado es a través de la moderación en el consumo de alcohol o, en el mejor de los casos, la abstinencia, de hecho en Pacientes Como Yo ya te hemos hablado sobre los efectos del alcohol en el cuerpo. No obstante, entendemos que en ocasiones existe una dependencia alcohólica, estos casos pueden requerir de ayuda psiquiátrica para lograr la suspensión en el consumo de estas bebidas.

Si bien la cirrosis es irreversible, eliminar el consumo de alcohol da lugar a una mejoría de la función del hígado. Por ello, si tienes preocupaciones sobre tu consumo de bebidas alcohólicas, o el de algún conocido, busca orientación médica y sigue sus recomendaciones para que tengan un impacto positivo en tu salud. Recuerda visitar Pacientes Como Yo para conocer más sobre el cáncer de hígado y otros padecimientos.

Es la cicatrización de tejido en el hígado. Este tejido no puede realizar las funciones que hace el hígado sano, como: producir proteínas, combatir infecciones, limpiar la sangre, ayudar a digerir la comida y almacenar energía. La cirrosis puede tener diversas causas, pero la principal es el alcoholismo, además, esta condición puede llevar a complicaciones como: Hematomas o sangrado, hinchazón del abdomen o las pierna, insuficiencia renal, dilatación en las venas del esófago, ictericia, piedras en la vesícula biliar.
La bilis es un líquido que produce el hígado y se almacena en la vesícula biliar, que ayuda a la digestión, y también ayuda a descomponer las grasas en ácidos grasos. La bilis se compone principalmente de colesterol, sales biliares, bilirrubina, agua, sales corporales y cobre y otros metales unidos a proteínas.
Es una condición en la que la piel y la parte blanca de los ojos se ponen en una coloración amarillenta debido a un exceso de bilirrubina. La bilirrubina es una sustancia química de color amarillo presente en la hemoglobina, que transporta oxígeno en los glóbulos rojos. Los glóbulos rojos duran alrededor de 120 días, y los glóbulos degradados se procesan en el hígado. Cuando el hígado no puede procesar correctamente los glóbulos rojos degradados, se acumula bilirrubina y la piel puede verse amarilla.
Es una masa anormal de tejido que se forma debido a células que se multiplican sin control o no se mueren cuando deberían. Los tumores pueden ser benignos y crecer mucho pero no invadir otros tejidos ni órganos cercanos; y malignos, es decir cancerosos e invadir otras partes del cuerpo viajando a través de la sangre o el sistema linfático. El tratamiento para los tumores depende de si son benignos o malignos y de qué tan avanzado esté, pero solo un médico puede recomendar el tratamiento apropiado para cada caso en particular.
Es la inflamación del hígado, lo que puede afectar su buen funcionamiento, y puede ser aguda o crónica, es decir durar brevemente o a largo plazo. Existen diferentes tipos de hepatitis, viral, alcohólica, tóxica o autoinmune. La hepatitis viral es causada por alguno de los virus de hepatitis A, B, C, D y E. La hepatitis alcohólica es causada por el consumo excesivo de alcohol. La hepatitis tóxica puede ser causada por ciertos medicamentos, venenos, productos químicos e incluso suplementos. Y la hepatitis autoinmune es un tipo crónico en el que el sistema inmunitario ataca al mismo hígado. Los síntomas de la hepatitis son: ictericia o color amarillento en la piel y ojos, heces de color arcilla, orina color oscura, fiebre, fatiga, pérdida de apetito, dolor abdominal o en las articulaciones y náuseas. Si la hepatitis no se trata a tiempo puede causar complicaciones como cirrosis, insuficiencia hepática e incluso cáncer de hígado.
Es una enfermedad en la que se acumula grasa en el hígado, puede ser debido al alcohol o a otras causas. El hígado graso por alcohol, que como su nombre lo indica, está relacionado con el alto consumo de alcohol, sin embargo, el hígado graso es la etapa más temprana de la enfermedad del hígado por alcohol, la siguientes son hepatitis alcohólica y después la cirrosis. El hígado graso no alcohólico puede causar inflamación y daño en las células del hígado que a su vez pueden causar fibrosis o cicatrización del hígado.
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