¿Te agitas rápidamente y te duele el pecho? ¿Crees que algo anda mal con tu corazón? Es normal pensar eso, en especial si ya has tenido problemas con la presión arterial, ya que puedes ser una de las muchas personas que no sabe que tiene fibrilación auricular (FA), el tipo más común de arritmia causada por un problema en el sistema eléctrico del corazón.
Se le conoce como fibrilación auricular al hecho de que las cavidades superiores e inferiores del corazón latan de manera irregular y no sincronizada, y aunque en sí misma no pone en riesgo la vida de las personas que la padecen, es una afección médica grave que requiere tratamiento por las complicaciones que puede traer, tales como: un ataque cerebral, un ataque al corazón o un fallo cardíaco.
Muchas personas que tienen FA son asintomáticas, de hecho, en la mayoría de los casos, los pacientes no se dan cuenta de los síntomas o los confunden con otras afecciones. Los síntomas más comunes de la fibrilación auricular son: palpitaciones, es decir latidos anormales o rápidos, falta de aire, dolor en el pecho, mareos o desmayos, cansancio y confusión.
Las pruebas para detectar la fibrilación auricular son varias, por ejemplo: un examen físico, para escuchar el corazón con un estetoscopio; análisis de sangre para descartar problemas de tiroides; y la principal, los electrocardiogramas, pruebas rápidas e indoloras que miden la actividad eléctrica del corazón y muestran si éste late demasiado rápido o demasiado lento.
Durante un electrocardiograma se colocan parches adhesivos, conocidos como electrodos, en el pecho y en ocasiones en los brazos y piernas, conectados a una computadora a través de cables para mostrar los resultados. Si bien esta prueba mide la velocidad con la que late el corazón, para resultados exactos se tiene que realizar durante un episodio de FA, los cuales pueden ser impredecibles.
Esta enfermedad puede ser causada por la presión arterial alta y/o por el envejecimiento, por lo que el médico a cargo debe buscar el tratamiento más apto para cada paciente, con el objetivo de evitar el peor de los males de la FA, un accidente cerebrovascular (ACV).
Los tratamientos para la FA varían en cada persona y dependen de ciertos factores, como el tiempo con la enfermedad y los síntomas. En cualquier caso, el objetivo es restablecer o controlar la frecuencia cardíaca y prevenir que se formen coágulos sanguíneos en una parte específica del corazón que puedan derivar en un ACV.
Las recomendaciones para prevenir un ACV son las mismas que en las estrategias de prevención de otras enfermedades cardíacas, entre las que se encuentran: controlar la presión arterial, reducir el colesterol en la alimentación, evitar el cigarro, el alcohol y otras sustancias, así como hacer ejercicio de forma regular, y si por tu edad se te complica, puedes salir a caminar al menos 30 minutos.
A muchos pacientes se les recomiendan los anticoagulantes para reducir el riesgo de un ACV o el daño a otros órganos producido por los coágulos, sin embargo, su uso debe estar sumamente controlado, pues una dosis inferior a la señalada por el médico podría no ser efectiva y no permitir la coagulación, y por el contrario, una dosis superior podría causar hemorragias. Cabe señalar que no todos los pacientes son candidatos a estos medicamentos, por lo que tienen que buscar otra opción.
Respecto a esto, los ACVs pueden causar ciertas complicaciones a la salud, incluidas discapacidades temporales o permanentes, derivadas del tiempo que el cerebro carezca de flujo sanguíneo. Las más comunes son: parálisis o pérdida del movimiento muscular, dificultad para hablar o tragar, pérdida de memoria, problemas emocionales, dolor, entumecimiento, y cambios en la conducta y en la capacidad de cuidado personal, por lo que los pacientes pueden necesitar ayuda.
Una de las alternativas más recomendables para los pacientes con FA, es el implante de cierre de orejuela auricular izquierda, que bloquea el área donde se forman los coágulos sanguíneos evitando que salgan del corazón hacia el cerebro, previniendo así un ACV.
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